Las artes figurativas en el Imperio Egipcio favoreció el desarrollo de un modelo de representación que se caracterizó por la frontalidad, el perfil y la perspectiva jerárquica de la figura humana, ubicada en un espacio simbólico en el que aparecen representados los dioses.
La escultura del Imperio Egipcio consolidó un sistema de representación principalmente estático, pero en distintos momentos se mostró con una tendencia al academicismo, como sucedió en los retratos del último período en la fase de decadencia del Imperio.
Escena de caza en los pantanos. Tumba de Nebamon. |
En Egipto, las artes representativas están estrechamente relacionadas a la noción de superficie plana. Utilizaban bloques de piedra pulimentado para desarrollar sus exigencias y capacidades expresivas. El trabajo del escultor partía siempre del plano.
La Ley de la Frontalidad
Para el historiador danés J. Lange, la ley de la frontalidad no es exclusiva de la civilización antigua, sino que domina la creación de cualquier arte primitivo. Según esa ley, en cualquier figura, sea cual sea su posición, existe un plano central imaginario que se extiende longitudinalmente a través del cuerpo humano y atraviesa la columna vertebral, la coronilla, la nariz, el esternón y los órganos sexuales, cortando la figura en dos mitades simétricas.
Lange sostenía que la frontalidad era el resultado de la incapacidad del artista egipcio para llegar a lo natural.
La Norma del Perfil
El principio básico de la figura egipcia es la adopción del contorno como elemento principal de la figuración. Se afirma que los egipcios crearon el dibujo siguiendo los contornos de las sombras que un hombre proyectaba sobre una pared. El contorno suponía la representación en perfil de las figuras, ya que el perfil es lo más característico de cualquier ser vivo, objeto o cosa.
Sin embargo, el artista egipcio, en un rostro totalmente de perfil, siempre mostró el ojo visto de frente, al igual que los hombros y la parte superior del tronco.